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Títeres de la magia: Ariadne

¡Nuevo personaje descubierto! Ya la conocisteis la semana pasada, pero ahora la podréis ver también bajo los ojos de la espectacular Lehanan Aida: Ariadne.

ARIADNE-LOW
Ariadne (by Lehanan Aida)

Nombre: Ariadne

Edad: 20 años

Ocupación: Nigromante. Estudia para ser Maestra.

Intereses: La magia en todas sus formas, ir más allá de lo que nadie ha ido. Clarence diría que también sacarlo de quicio.

Su historia:

Ariadne es amiga de Clarence desde que comenzó a estudiar en la Torre de Nigromancia, con tres años. Nunca le ha dejado, ni a sol ni a sombra, porque para ella es un hermano. Tuvo uno de verdad, pero murió cuando ella era pequeña en un accidente en la Torre. Siempre ha sido de carácter directo y sarcástico, pero desde que aquello ocurrió además se convirtió en una persona más fría: solo se permite dejar de serlo con Clarence, a quien seguramente le confiaría su vida.

Al margen de eso, le gusta que la gente la admire y la reconozca sobre todo por sus capacidades en la nigromancia que, sin embargo, no vienen dadas solo de estudiar un montón de libros: a Ariadne le gusta investigar e incluso probar a hacer cosas que nadie más ha hecho. Eso es lo que la hace excelente: que nunca se ha contentado con ningún límite.

Un fragmento (continuación del fragmento aparecido en la entrada de Clarence).

—¿Así que tu plan es admirar a tu joven aprendiz, pongamos… para siempre?

Frunzo el ceño, mirándola de reojo. Lanzo un vistazo alrededor, aunque hablamos demasiado bajo como para que cualquiera pueda escucharnos. Pero estamos en la Torre. Y en la Torre, hasta las puertas pueden oír. Literalmente. Aún recuerdo cuando Mercy y Marty, las aldabas guardianas del portal, nos escucharon planear cómo le cambiaríamos el color de todos los peluquines del Maestro de herbología por tonos pastel, y se lo chivaron a Archibald y Anthea. Estuvimos castigados una luna entera y tuvimos que limpiar hasta la última gárgola de la Torre. Sin magia, por supuesto.

—Mi plan es que Hazan pueda seguir mirando a la cara a su tutor y amigo. Sé que a ti no te incomodan las declaraciones porque tu grandísimo ego las colecciona, pero creo que mi “joven aprendiz” es diferente. Los dos sabemos que se moriría de vergüenza, y la situación se volvería incómoda. Las cosas están bien como están.

Ari no parece nada contenta con mi contestación, porque alza las cejas mientras se retuerce un mechón de pelo en un gesto típico de ella.

—Creía que para entrar en esta Torre un requisito imprescindible era tener valor. Es evidente que tú solo estás aquí por ser sobrino de los Maestros…

Sé que no lo dice en serio. Mi lugar en esta Torre está más que justificado por mis logros, no por mi sangre. Tampoco creo que ella se permitiese compartir su tiempo con alguien menos que excepcional: podría dañar su reputación de excelentísima y todopoderosa nigromante. Aun así, finjo sacarme un puñal del estómago, con expresión de dolor, y ella sonríe.

—Solo digo que deberías hacer lo que quieras hacer, en vez de valorar tanto las posibles consecuencias.

—Hazan no siente ni sentirá lo mismo por mí ni con tres pociones de amor al día.

—¿Quieres que lo intente? He dado con una nueva fórmula que…

—¡No era una idea, Ariadne!

Mi amiga casi parece decepcionada, pero en ese momento llegamos a la puerta doble del despacho, así que abandonamos la conversación. Observo las estrellas talladas que decoran la madera, por inercia, pese a que conozco cada una de ellas por su nombre y el espacio que ocupan en el cielo nocturno de Marabilia. Su imagen en la entrada es la referencia que siempre usábamos Ari y yo de pequeños para medir nuestra altura. Ella sigue una constelación por debajo de mí, y no puedo evitar sonreír un poco al notarlo. Hubo un tiempo en que ella era más alta que yo y siempre presumía de ello, pero eso quedó atrás hace mucho.

—¿Te han dicho qué querían? —le pregunto, bajando la voz.

Ari también mira a la puerta, estudiándola, aunque su análisis no tiene nada que ver con el mío: ella nunca mira atrás, al pasado.

—No me han dicho nada, solo que te llevase ante ellos, que era urgente, y que si hacía falta te trajera de las calzas. —Eso suena a Archibald, sí—. Conociéndolos, puede que solo quieran sacarte un poco de quicio o asegurarse de que todavía no te has muerto y la herencia de la Torre sigue a buen recaudo.

—Cómo los conoces —respondo, con sorna—. Nos vemos luego.

Ari solo asiente antes de marcharse por el pasillo, con la cabeza siempre alta y esa elegancia innata que tiene al caminar. Un grupo de jóvenes aprendices no le quita ojo cuando pasa por su lado, y sé que es perfectamente consciente de ello. Le encanta que la admiren. Si algún día su ego sale de su cuerpo y toma forma propia, será el primer gigante conocido en Marabilia.


¡Esperamos que os haya gustado! Como siempre, esperamos vuestros comentarios en esta entrada o en las redes sociales con el hashtag #TïteresDeLaMagia. ¡En dos semanas, más! Y os adelantamos que serán dos personitas que conocéis muy bien…

¡Un beso, lectores!

4 comentarios en “Títeres de la magia: Ariadne”

  1. ya se que lo dije en el anterior post pero ¡me encanta!
    ¿tenéis pensado en hacer que Lehanan Aida os dibuje la portada o vais a seguir un poco el estilo de sueños de piedra?
    sea como sea creo que sera un libro precioso tanto en portada como en la historia

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  2. Sois maravillosas chicas, no dejo de asombrarme de vuestro ingenio, vuestros personajes son tan divertidos, tan reales y tan magicos al mismo tiempo… tengo muchisimas ganas de leer Titeres de la magia, de conoceros y de tener ambos libros firmados.

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  3. Dos personitas? El príncipe (perdón Rey) de Silfos y la joven mercante que usa calzas? Yo por favor ya digan quién es el que Lynne permita que le toque el hombro 😦 estoy muriendo con loas vueltas que da mi cabeza sobre el papel que él tendrá

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