¡Hola, piratillas! Hoy es lunes, y aunque nosotras estamos en Irlanda de vacaciones, la semana pasada os hicimos una promesa, y esta era que a partir de ahora cada lunes presentaríamos algo nuevo de Ladrones de libertad, la novela de piratas perteneciente al universo de Marabilia que se publicará en Nocturna el próximo 25 de septiembre.
Hoy queremos presentaros a dos personajes que ya aparecieron brevemente la semana pasada, pertenecientes a la tripulación de Jared: Rick y Collen.
Aunque os los presentamos a los dos, solo uno de ellos, Collen, será narrador activo de la novela. Aunque da igual: la mayoría del tiempo, allá donde está Collen también está Rick, siempre dispuesto a admirarlo y llenarlo de besos y caricias. Collen os diría que es un pesado, pero la realidad es que le encantan sus atenciones. Llevan tantos años en ese juego que es quererse que la vida sin el otro ya les parecería un poco menos vida. Collen es el encargado de mapas y navegación, un erudito y enamorado de los libros y las leyendas, siempre dispuesto a separar la ficción de la realidad. Rick, por su parte, es el encargado de la mayoría de trabajos de fuerza: su cuerpo grande le hace el mejor para encargarse de las velas o el ancla o de cargar mercancías especialmente pesadas. En carácter no podrían ser más diferentes, Collen todo calma, curiosidad y paz, Rick bromas y un espíritu incansable. Sin embargo, o quizá precisamente por eso, se complementan a la perfección.
Para saber cómo se conocieron y acabaron juntos tendréis que esperar a que la novela salga, pero para ir abriendo boca os dejamos este fragmento de primer capítulo de Collen:
Nunca imaginé que si alguna vez nos pillaban saldríamos vivos para contarlo. Creo que estoy esperando la persecución; que Gavin avise desde el puesto del vigía que hay barcos tras nosotros, porque el rey de Dahes se ha pensado mejor lo de colaborar con piratas. Vendrían dos, como cuando nos dieron caza, naves más grandes y rápidas que esta en la que vamos. Y esta vez nos hundirían, sin preguntar y sin dejar pruebas de que alguna vez intentaron negociar con nosotros. Así de fácil nos borrarían de este mundo, de la Historia.
Claro que los piratas nunca somos recordados por la Historia y, si lo somos, nunca es por nada honorable. Al menos esperaba poder haber resuelto algún misterio apasionante, desentrañado una leyenda de la que hablasen todos los libros. Ser un gran descubridor o el primero en pisar alguna isla remota. Gracias a mí esta tripulación ha encontrado tesoros increíbles, pero todavía hay mucho más que quiero ver y conocer.
Qué cerca he estado de no poder hacerlo.
—Hola, guapo, ¿estás solo?
Doy un respingo y vuelvo a la cubierta del barco, a este preciso momento, en algún punto al este de Dahes. Rick se ha apoyado a mi lado en la baranda. Tiene la camisa remangada, mostrando sus tatuajes, y pese a que la mañana es fresca está sudando; ha debido de ser laborioso poner en marcha la embarcación y él hace gran parte de los trabajos de fuerza.
—Me he distraído un poco. —Me separo de la baranda, poniéndome en marcha de nuevo—. Iba a ver si los de Dahes han tenido la dignidad de proveernos con alcohol. ¿Quieres venir?
Rick esboza su sonrisa de siempre, alegre y maliciosa.
—¿Me invitas a explorar lugares oscuros contigo? ¿Y dudas de mi respuesta?
—Las manos donde pueda verlas —le digo sonriendo mientras nos encaminamos hacia la bodega.
—Si está oscuro, lo cierto es que no podrás verlas.
—Y según tu razonamiento, eso significa que puedes ponerlas en cualquier lado, ¿verdad?
Rick parpadea, como si no fuera evidente.
—Lógica pura y dura.
No puedo evitar reír y el nudo en mi estómago se destensa un poco. Cuando bajamos las escaleras, el olor a cerrado me confirma que este debía de ser un barco en desuso para la corona. Para desgracia de Rick, sin embargo, el almacén no está a oscuras: varios orbes de luz del Taller iluminan un montón de cajas en las que supongo que están las provisiones.
—Creo que tu plan ha fallado. Una pena —le digo, con falsa lástima, mientras miro alrededor.
Aunque no puedo mirar mucho porque unos dedos cubren mis ojos al tiempo que un brazo atrapa mi cintura. Dejo escapar una exclamación.
—Mira, así no puedes verme tampoco. Y la luz es para que yo te vea mejor.
Sé que me va a besar ya antes de que me haga girar entre sus brazos y su boca encuentre la mía. No protesto. Ni siquiera abro los ojos, quizá porque así, como dice él, no puedo ver sus manos y puede ponerlas donde quiera. De hecho, son mis brazos los que se lanzan a su cuello, agarrándose a él. Las ganas de beber del capitán pueden esperar un rato. Esta también me parece una buena manera de comprobar que seguimos vivos.
Por eso dejo que sus labios me quemen en la boca. Por eso dejo que su cuerpo se apriete contra el mío y me alce; que me siente sobre una de las cajas y su boca se hunda en mi cuello mientras mis manos tiran de su camisa. Hasta hace unas horas pensaba que la última vez que sentiría que me ahogaba sería con una soga alrededor del pescuezo, no porque sus caricias me quitasen la respiración.
¡Hasta aquí por hoy! La semana que viene os presentaremos a otros dos personajes… Dos que no pertenecen a la tripulación 😉 Mientras, esperamos vuestros comentarios sobre Rick y Collen en esta web o en las redes sociales con el hashtag #LadronesDeLibertad