Esta semana nuestro equipo de investigación también nos ha dejado un nuevo texto que nos descubre un poco más de la vida en Viria, una de las naciones que aparecen en nuestra próxima novela, El orgullo del dragón. En este caso se trata de un artículo de opinión publicado con fecha del 20 de Alter de 1852en La nueva Viria, uno de los periódicos de más renombre en el país.
«¡Rugido de victoria!» por V. Barnei.
Estamos asistiendo a nuestra época más dorada. La afirmación podrá parecerle a algunos de nuestros lectores sin duda atrevida, pues no han sido pocas las grandes gestas que nuestro Imperio ha protagonizado. Múltiples son las historias de nuestros logros: hemos vencido demasiadas guerras como para poder contarlas todas, con las cruzadas acercamos la verdadera fe a aquellos pobres hombres cuyas tierras extrañas no habían sido iluminadas todavía.
Pero es ahora cuando, sin miedo a equivocarme, puedo asegurar que el poder es nuestro y no hay persona lo suficientemente estúpida o atrevida en ningún lugar del mundo como para soñar siquiera con arrebatárnoslo. El dragón fiero que siempre ha sido nuestra amada patria ya es imparable . Rugiendo, sacando las garras y hundiéndolas sobre nuevas tierras para convertirlas en nuestras, alumbrando con el fuego de nuestro aliento a quienes vivían a oscuras, nos hemos convertido en leyenda. Incansables, hemos gobernado en situaciones complicadas y hemos salido airosos, hemos sofocado intentos de rebelión, hemos subrayado nuestra superioridad en mil ocasiones. Orgullosos nos alzamos ahora como una fuerza de la naturaleza, exactamente lo que Viria siempre estuvo destinada a ser por designios de Aión.
Ahora es cuando podemos mirar alrededor sin dudas, sólo con agradecimiento: los Censores cuidan nuestras calles y nos dan calma al protegernos de los herejes que querrían destruir nuestra nación; el orden controla cada rincón de nuestros vastos territorios y nada se sale del brillante plan que Aión nos ha pareparado.
Es una época gloriosa, sí.
Rugid, hermanos, porque el mundo es nuestro.