Libros, Sueños de piedra

Sueños de piedra: Presentando a… Lynne

¡Hola un día más, cuentistas!

Como prometimos hace dos semanas, cuando os presentamos a Arthmael, príncipe de Silfos, hoy os traemos un nuevo personaje de Sueños de piedra, en esta ocasión la otra voz narrativa que tendrá la historia. Porque sí, al contrario que en la trilogía «Cuentos de la luna llena», Sueños de piedra solo estará narrado desde la perspectiva de dos personajes.

Hoy, de nuevo con la ayuda de una maravillosa ilustración de Marta Montell, os presentamos a Lynne 😉

Ilustración de Marta Montell
Ilustración de Marta Montell

Nombre: Lynne.

Edad: 17 años.

Ocupación: Prostituta.

Intereses: Los negocios y los viajes, cuanto más lejos, mejor.

Su historia:

Cualquier mujer que haya estado en Marabilia sabe que para ellas también hay un montón de posibilidades en sus reinos. Concretamente, tres: buscar un hombre, casarse y tener hijos. Bueno, vale. Quizá haya alguna más. Puedes vivir de tu padre o de algún hermano (hasta que ellos te encuentren un marido, lo cual nos lleva directamente al punto anterior). De acuerdo, de acuerdo. Tampoco es para tanto. Para las mujeres que no aspiran al matrimonio siempre hay alternativas: la mendicidad o la prostitución. ¿No suena atractivo?

A Lynne no se lo parece. Lynne aspira a algo más. Lynne, que desde hace años vive en las sombras, quiere ver el mundo más allá de Silfos y viajar hasta confines de los que solo ha oído hablar en los libros. Lynne quiere ser alguien por sí misma. Lynne quiere demostrar (y demostrarse) que ser mujer no la hace inválida para todo aquello que quiera proponerse, y que su lugar no está donde cualquier hombre quiera colocarla, sino donde ella decida. Lynne tiene un sueño: salir del burdel en el que lleva años muriendo un poco cada día y convertirse en una gran mercader. Da lo mismo que ese sea un puesto que a las mujeres no les está permitido: Lynne va a luchar por ello.

Así comienza su primer capítulo:

Lord Kenan se derrumba sobre mi cuerpo desnudo con un último gruñido de placer. Siento su sudor pegándose a la piel de mi espalda, y sus manos aún me están agarrando con fuerza de las caderas. Yo solo puedo mirar a las sábanas, esperando el momento en que se retire de una vez por todas y me deje volver a moverme.

Que me deje apartarme de su lado.

Que me deje ser libre, esta vez para siempre.

Esta noche ha sido mi última noche. Esta será mi última vez.

O de eso quiero convencerme.

Siento su beso en mi espalda. No se aparta. Sigue dentro, haciéndome sentirlo con cada centímetro de mi cuerpo. Que me deje. Ya. Que se aparte. Me asquea la manera en que sus labios suben por mi piel, en que su lengua me toca, llenándome de saliva. Sus manos ascienden de mi cadera a mis pechos, cogiéndose a ellos, estrujándolos. Aprieto los dientes, pero cojo aire. Estoy acostumbrada. Lord Kenan no es el hombre más repugnante que haya pasado por mi cama a cambio de unas monedas. Los ha habido peores. Hombres asquerosos que me han obligado a hacer las cosas más denigrantes por menos dinero del que costaban sus galantes ropajes. Kenan solo se acuesta conmigo. En ocasiones, si cree que no estoy lo suficientemente centrada, si no queda satisfecho con lo que le hago, me pega. Sus golpes tampoco han sido los más fuertes que he recibido. Él, al menos, nunca me ha dejado inconsciente.

Su aliento choca contra mi oreja. Puedo olerlo. Nauseabundo, a licor y a sexo, a todas las órdenes y a toda su brusquedad. Me afectaría más si no estuviera habituada a esa peste desde hace más de tres años.

Ha sido suficiente.

—¿Qué ocurre, mi florecilla…? —Sus caderas se presionan más contra mi cuerpo, pegándose a mí hasta lo indecible. Más dentro, pese a que ya ha acabado. Sus dientes muerden mi cuello. Entrecierro los ojos, mirando a las sábanas. Estoy apretándolas con fuerza. Echo un vistazo a la ventana, sin que él se dé cuenta, en un mudo deseo de traspasarla y marcharme para siempre de este lugar—. Pareces distante… Hoy no estás tan entregada como otras noches…

Pienso que tengo que hacer que se separe, antes de nada. Que deje de agarrarme como lo está haciendo, que deje de besarme de una maldita vez. Hoy no voy a permitir que repita.

Por eso giro la cabeza y aprovecho su cercanía para besarlo. Para contentarlo. Mis labios tientan los suyos de la manera en que sé que a él le gusta: suave, provocadora pero aparentemente inocente. Como si siguiese siendo una niña inexperta. Como si él me hubiera dejado ser una chiquilla de verdad, en mi vida.

Catorce años. Con catorce años me trajo a este maldito lugar.

En noches como esta, me pregunto cómo he aguantado tanto.

—Estoy incómoda en esta posición, lord Kenan… —muerdo un poco su labio, con aparente ternura. En este negocio todo es fingir. Adoptar el papel que el cliente quiere. A Kenan le gustan débiles, sumisas y dulces. Llenas de atenciones para él. Yo hace mucho que dejé de ser dulce, aunque quizá no haya dejado nunca de ser débil. Quizá por eso no he huido todavía. Porque tengo miedo de que lo que haya fuera vaya a ser peor que lo que hay aquí. Porque aún recuerdo con demasiada claridad la vida que tenía antes de llegar aquí, y temo que no haya más opciones para mí.

Pero eso se acabó.

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¿Qué os ha parecido Lynne? ¿Qué esperáis de ella? ¿Tenéis ganas de que llegue septiembre? ¡Nos encanta conocer vuestras impresiones, así que, como siempre, dejádnoslas en los comentarios o en redes sociales con el hashtag #SueñosDePiedra! 😀

¡Hasta la siguiente entrada! ❤

3 comentarios en “Sueños de piedra: Presentando a… Lynne”

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